«Conejito», «pequeño conejo» o «gazapo»… «Pequeño conejito» o «gazapito»… «Pequeño gazapito»… Son solo algunas formas de expresar conceptos similares que difieren en su valor de atenuación; y me han puesto en un brete: ¿cómo referirme a él?, ¿cómo explicar qué es? y, como frutilla de postre, ¿cómo titular la entrada…? Pero empecemos por el principio…
Cuenta la leyenda que faltaba poco tiempo para las Pascuas… Por doquier los escaparates de las tiendas virtuales habían conformado un universo plagado de huevos y conejitos de todos los ingredientes, tamaños y colores…