La «cuenta de la luz» puede llegar a ser un verdadero dolor de cabeza; más aún si es que no se han tomado las debidas precauciones para evitarlo (ya sea el dolor de cabeza o el importe en pesos que le otorga un «valor extra» a la factura).
Cuando empezó toda esta debacle sobre los elevados precios del consumo eléctrico, me di cuenta de que los argentinos no sabemos interpretar ni una miserable factura (únicamente «interpretamos» las de las panaderías, en todas sus variantes). Todo lo medimos en pesos… cuando, en realidad, deberíamos medirlo en kWh; que es, en resumidas cuentas, lo que abonamos.